Análisis: Aru, los motivos del campeón

Por @pmpalermo

Cada vez que un evento deportivo termina, es normal escuchar la frase -“ganó el mejor”-. Y esto suele ser regla, por más que cada tanto, alguna excepción se interpone a la lógica, principalmente en citas breves, porque nadie se impone en un torneo o competencia extensa por fortuna.

En el caso que nos compete, ganó el mejor, eso está claro, pero su victoria tiene diferentes matices y razones como pilares que es interesante exponer para entender un poco mejor lo sucedido en las pasadas tres semanas de actividad.

*Frescura: empecemos por destacar que, por calendario, fue el que menos castigado llegó a la ronda española. Aru, 2° en el Giro, se tomó un largo descanso y pasó un largo periodo de tiempo concentrado en la altura, detalles que hizo pesar sobre las fatigadas piernas de sus oponentes, casi todos provenientes del Tour de Francia.

El sardo volvió a correr en agosto, más precisamente en el Tour de Polonia que finalizó 5°, y mientras sus contrincantes asistían a criteriums post Tour, disputaban San Sebastián o trataban de recuperarse del castigo de julio.

Ya quedó demostrada la enorme ventaja de no encadenar dos grandes consecutivas, algo que se evidenció en Alberto Contador durante la ronda gala o en Rodríguez, Quintana y Valverde en suelo español. Encima, por diseño y algún problema de salud (gastroenteritis previa al Trentino), Aru tomó la salida en Puerto Banús con 43 días de actividad, mientras que Quintana lo hizo con 53, Nibali con 57, Purito con 55 y Valverde y Majka con 63.

*Equipo: al igual que en la Corsa Rosa, Astana volvió a ser el conjunto dominante, especialmente en la montaña. Algo debilitados por la expulsión de Nibali y la salida por accidente de Tiralongo, los kazajos igualmente pudieron imponer condiciones cuando fue necesario, trabajando para su capitán de modo admirable.

Es cierto, hubo algunos momentos críticos como la rebeldía de Landa en Andorra, pero ese día Aru estuvo pletórico y se bastó a si mismo para empezar a ganar la Vuelta, haciendo buena la aceleración de sus otros compañeros que, de yapa, descubrieron los problemas de un maltrecho Froome.

Los ejemplos se repiten y el tren celeste funcionó a la perfección, por lo que sería injusto destacar algún nombre por sobre otros. Particularmente, creemos que lo de L.L Sánchez fue magnífico, tirando durante incontables kilómetros y que Landa se redimió en la etapa decisiva trabajando por tres.

Respecto de ese parcial, no se puede soslayar la táctica empleada por los kazajos, que enviaron gente por delante y la retrasaron en el instante preciso para impedir que Dumoulin conectara en el descenso. Vale la pena marcar que, el holandés, estaba a una quincena de segundos cuando eso pasó.

*El único que atacó de lejos: fue el único de los escaladores que se movió a larga distancia y no en los últimos kilómetros de cada cima, como hizo el resto. En Andorra, tras seleccionar con sus hombres, aceleró a pie de Cortals d´Encamp y luego se deshizo de los Katusha, abriendo los primeros márgenes interesantes entre jefes de fila.

En Fuente del Chivo repitió la maniobra pero, un puerto más accesible de lo esperado y un recuperado Quintana, se le atravesaron en el camino, complicándole la faena. Así y todo, sólo el tunjano y Purito lo aventajaron, aunque sólo por unos metros.

Finalmente, tras haber sufrido en las “cuestas de cabra” que catapultaron a Rodríguez a la punta, Aru brilló en la Sierra de Madrid, puertos más largos, tendidos y encadenados en los que no tuvo temor y lanzó su asalto por el título en la segunda ascensión a la Morcuera, a más de 50 kilómetros de meta.

*La contrarreloj: en una Vuelta plagada de desnivel desaprovechado, llegadas cortas y explosivas en las que no se abrió mucho hueco, piernas cansadas y corredores temerosos de atacar a distancia para no perder posiciones, la crono fue vital.

Es que así como todos esos factores potenciaron a Dumoulin, el tramo sobre la cabra fue la cruz del resto, principalmente de Rodríguez que, otra vez, volvió a perder una grande en la lucha contra el tiempo.

Por su lado, el líder de Giant cumplió con las expectativas y arrasó, pero lamentablemente para él, se le cruzó Aru, que haciendo honores a su condición de vueltómano, se defendió allí donde no tenía chances de ganar y, paradójicamente, empezó a ganar la carrera.

El italiano cruzó la línea de llegada en el 10° lugar, a 1:53 del vencedor y quedó a 3″ del rojo, con terreno favorable en el horizonte, donde luego hizo buenas las previsiones y sepultó las esperanzas de Dumoulin para alzarse con la corona.

Conclusiones:

La victoria de Fabio Aru se suma a la de Quintana en el Giro 2014 como las primeras de la generación del ´90, un soplo de aire fresco que amenaza con convertirse en una tormenta para los veteranos que empiezan a decir adiós.

Aru es presente y futuro de una nueva camada y un hombre destinado a repetir lo hecho en esta Vuelta, porque lleva una progresión asombrosa que le permitió subir al cajón en tres de sus últimas cuatro participaciones en grandes vueltas, acoplándose al club de los distintos, que ya no son cuatro, sino cinco fantásticos.

Como si eso no fuera suficiente para este admirador de Alberto Contador, se convirtió en el campeón no español más joven (25 años y 72 días) en ganar La Vuelta desde 1984, cuando el francés Eric Caritoux hiciera lo propio con 23 años y 264 días.

Además de las razones antes enumeradas, vale la pena rescatar que, en una muestra de su inteligencia, el sardo no repitió el error cometido en el Giro, cuando salió a toda máquina desde el primer día y atacó hasta en los avituallamientos. En la Vuelta se dosificó mejor y se movió en los momentos oportunos, excelente decisión, por más que no haya sido del todo favorable al show como sucedió en su país.

Contrario a otros vencedores de las grandes, Aru fue un campeón humano, porque también se lo vio sufrir, pero fundamentalmente, un ganador lógico. Porque hizo pesar su frescura y agresividad en una carrera montañosa, donde fue el mejor escalador.

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Pablo Martín Palermo

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