Análisis: Kristoff, el próximo clasicómano dominante

Por @pmpalermo

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Alexander Kristoff culminó una semana mágica con su victoria en el Tour de Flandes tras haber obtenido también tres de los cuatro parciales y la general en los 3 días de la Panne, aún cuando muchos dudaban sobre la conveniencia de eso a pocas horas de la disputa en De Ronde.

Pero el noruego se mostró firme, hegemonizó en De Panne y trasladó su corpulenta y confiada humanidad a Brugge para tomar la salida en el segundo Monumento del curso, donde volvió a subir al podio después de un magnífico recital de fuerza e inteligencia que lo catapultó más alto en la consideración general.

Es que luego de la San Remo de 2014, y tras haber sido 2° en la de 2015, Kristoff sigue firme y, en vez de amilanarse por la presión, hace caso omiso y demuestra al pelotón todas sus virtudes en las complejas citas primaverales, aptas sólo para gente rocosa como él.

Si bien el grupo está lleno de buenos corredores, la diferencia entre éstos y las estrellas es el modo en que se manejan en los eventos máximos y, a su vez, lo que hace dominante a unos pocos elegidos es su capacidad para finiquitar las acciones recurrentemente allí donde todo el resto naufraga.

Así, la década pasada gozó de incontables pedalistas en las adoquinadas rutas que cada primavera cobran vida, pero podría decirse que sólo dos mostraron aptitudes superiores a la media y se hicieron dueños absolutos del espectáculo: Fabián Cancellara y Tom Boonen.

Este dúo se enfrentó en mil batallas contra el pelotón, que los puso a prueba una y otra vez, para terminar casi siempre con el mismo resultado, es decir, con Spartacus o Tommeke en lo más alto. Pero con Cancellara y Boonen en la curva descendente de su trayectoria, es tiempo de que aparezca el relevo y Kristoff se postula como el principal sucesor.

Muchos dirán que Van Avermaet, Sagan o Terpstra , por citar algunos, también pueden ocupar los zapatos de la pareja en cuestión, pero de todos esos sólo el de Etixx sabe lo que es festejar en un Monumento y, a diferencia de Kristoff, no termina de mostrarse como un atleta poderoso y despótico.

¿Y Kristoff? sí, el de Katusha se transformó en 2014 al obtener la Milán San Remo, completando una campaña sólida que incluyó dos dianas en el Tour de Francia y la sensación de haber terminado más fuerte que los contrincantes, sin olvidar que fue 8° en el Mundial y 5° en Flandes, quizás un anticipo de lo que vendría.

Para respaldar todavía más su status de ciclista dominante, sólo basta con echar un vistazo a su foja de servicios de 2015, curso en el que ya es el más ganador y acumula 10 festejos que incluyen etapas de Tour de Qatar, Tour de Omán, París Niza, 3 días de la Panne (y general) y De Ronde.

Sin embargo, su poderío también se puede notar en el modo en que ha transitado estos meses y, fundamentalmente, las clásicas. Allí, el sucesor de Hushovd se hizo cargo y firmó un impactante registro que puede crecer el próximo domingo en Roubaix: 2º en Kuurne-Bruselas-Kuurne y Milán-San Remo, 4º en E3 Harelbeke, 9º en Gante-Wevelgem y 11º en Omloop Het Nieuwsblad.

Veloz como pocos, con la capacidad de rodar y subir muros, nuestro rocoso protagonista aglutina todo lo necesario para hegemonizar las prestigiosas clásicas de pavé, y eso lo convierte en el nuevo ogro del pelotón por delante de otros virtuosos que amenazan pero sólo “pegan en el palo” y no logran concretar, por más que sea sumamente meritorio rozar la victoria en éstas competencias extremas.

Así, en Flandes regaló una auténtica exhibición al seguir la rueda de Terpstra en el Kruisberg con sus 81 kilogramos a cuestas, luego lo ayudó a incrementar el hueco en Kwaremont y Paterberg, tiró en solitario los cinco kilómetros finales y aguardó con una pasmosa calma el embalaje de su oponente, a 150 metros del arribo, para superarlo con facilidad.

Otro punto a su favor es la cabeza, que lo ayuda a desenvolverse con claridad sin esquivar responsabilidades ni hundirse en presiones o, incluso, a manipular e intimidar adversarios. Por ejemplo, tras apabullar en De Panne, dijo que no era invencible y que eso se comprobó en San Remo, pero que en la Classicissima no estaba a tope como ahora. Atrevida declaración que respaldó con hechos horas después.

Alexander Kristoff es, hasta ahora, el corredor de 2015 y el más firme entre los aspirantes al trono de Boonen y Cancellara, palabras mayores con las que parece que podría lidiar, camino de agrandar su figura. En Oudenaarde ofició de patrón y el rol le sentó a la perfección, pero con Roubaix en el horizonte tendrá que refrendar esa condición, abriendo de par en par, las puertas de la posteridad.

Pablo Martín Palermo

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