Análisis: ¿La hora del cambio para Tom Boonen?
Por @pmpalermo
Pocos corredores pueden vanagloriarse de tener un palmarés tan ilustre y nutrido como el de Tom Boonen, no sólo en la actualidad sino a lo largo de la historia de este deporte, donde ya tiene reservado un lugar en el altar de los más grandes especialistas del pavé.
Sin embargo, el portentoso belga de 34 años comenzó su declive biológico y deportivo, ese período de la vida de cualquier atleta en el que las cosas no salen bien aún repitiendo o mejorando la preparación que, en el caso que nos compete, tanto éxito le dio en el pasado.
Hace tiempo que el derrotero victorioso de Boonen se torció, sobre todo si consideramos el período comprendido entre 2005 y 2009 como su época dorada, ya que fue en ese entonces que llegaron cinco de sus siete Monumentos y el título mundial.
Para graficar mejor nuestra aseveración respecto a su debacle, es bueno repasar sus campañas desde 2010 en adelante. Dicha temporada, una tendinitis de rodilla lo limitó a 47 días de actividad en los que “sólo” alzó los brazos en parciales de Omán, Qatar (2) y Tirreno. Es cierto que muchos quisieran conseguir una sóla de esas dianas, pero cuando se habla de una estrella de este calibre, cuatro festejos es nada y menos en competencias secundarias como las mencionadas. A su favor, vale la pena recordar que fue 2° en San Remo y Flandes y 5° en Roubaix.
El 2011 fue aún peor y su festejo en Gent Wevelgem no tapa que falló en todos los objetivos, además de padecer incontables caídas en París Roubaix, Tour de Francia y Vuelta a España. No obstante ello, el talentoso Tom tuvo su renacer en 2012, año en el que la suerte lo ayudó y él y sus gregarios hicieron el resto, firmando una campaña de Clásicas fantástica que le valió triunfos en París–Roubaix, Tour de Flandes, Gent–Wevelgem y E3 Harelbeke, sin olvidar campeonato nacional y parciales de París Niza o Qatar.
Pero la gloria fue efímera, el infortunio comenzó a signar su trayectoria profesional de allí en adelante y atravesó un 2013 para el olvido debido a una infección en el codo, una clavícula rota y un quiste perineal que lo limitaron a 48 días de competición en los que se retiró en siete de las 15 pruebas en las que tomó la salida, incluyendo clásicas y carreras por etapas.
Dueño de un palmarés de ensueño que incluye 128 festejos, entre los que resaltan cuatro París Roubaix, cinco E3, tres Tours de Flandes, otras tantas Gante Wevelgem, un Mundial y media docena de etapas en el Tour de Francia, el belga no volvió a levantar cabeza.
Es cierto que en medio de sus desgracias le tocó perder un bebé, pero en el plano deportivo, sus piernas nunca recuperaron su antiguo esplendor y potencia. En 2014 la salud lo respetó pero apenas si alzó los brazos en citas menores, aunque por otra parte, tuvo injerencia en logros de sus compañeros de equipo, hecho que invita a la reflexión.
¿Y ahora qué?
Lejos estamos de querer hacer leña del árbol caído en días en los que sufre desde la cama, pero hay que reconocer que, junto con su mala suerte, Boonen cometió errores tácticos y técnicos que lo llevaron a visitar el suelo más de la cuenta con los consecuentes problemas derivados de eso.
Su ilustre palmarés obliga a tenerlo siempre presente, pero la realidad marca que hace largo rato el de Etixx dejó de ser el de sus épocas doradas, principalmente por su pérdida de velocidad, arma letal con la que regaló tantas alegrías a Lefevere y compañía.
Sin embargo, Bakala (dueño del equipo) y demás directivos creen en su pupilo, capitán por más de una década y referente a la hora de los adoquines. Además, afirman que los tests arrojan números acordes a los necesarios para subir al podio en los grandes eventos, creando un velo de duda a su favor.
Otro factor que lo respalda son sus recurrentes regresos, es decir, siempre que se lo da por muerto el belga vuelve por sus fueros y acalla las críticas, aunque han pasado dos temporadas bastante malas que mermaron su crédito y ya con la tercera en marcha, acaba de sufrir una lesión de relevancia que lo apartará de un tramo considerable del curso.
Lo cierto es que ahora debe recuperarse física y psicológicamente, porque es innegable el golpe moral recibido, una vez más, justo antes de la temporada de clásicas. Pero en simultáneo, debería comenzar a planificar su retorno con metas más humildes y reales que las perseguidas hasta ahora.
Quizás, lo más sincero una vez que esté de regreso sobre la bici, sea admitir el paso de los años y ponerse al servicio de aquellos que tanto hicieron por él y hoy brillan. Terpstra, Van Keirsbulck, Stybar o Vandenbergh piden pista a gritos y lo refrendan con resultados.
En un rol secundario, Boonen puede causar más daño que oficiando de jefe de filas. Su experiencia y capacidad rodadora pueden ser factores cruciales para el suceso colectivo de Etixx, escuadra que cuenta con muchas cartas para jugar y a veces no lo hace hasta que nuestro protagonista cede.
El ejemplo más fresco es el de la Omloop het Nieuwsblad, donde el “viejo Tom” hubiera destrozado a Stannard cuando lanzó su ofensiva a 4500 metros del cierre, en este caso, pobre de fuerzas y argumentos. Tampoco hay que olvidar que fue nuestro hombre quien seleccionó el pelotón en el Taaienberg, preparando el terreno para lo que vendría.
De más está decir que en el pasado, esos lejanos saltos de Boonen le hubieran valido para llegar destacado al desenlace, pero la nueva versión (probablemente involuntaria) es crucial para la estructura.
Camino de los 35 años, en el final de su vínculo con Etixx, cuesta abajo en su rendimiento y con sus más recientes antecedentes sobre la mesa, se antoja complicado que Tom Boonen logre encauzar su carrera por la senda gloriosa que supo recorrer, alimentando nuestra creencia que llegó la hora del cambio para él.
Pablo Martín Palermo
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