Los recurrentes problemas de Contador

Por @pmpalermo

Como si el ciclismo no fuera un deporte suficientemente duro, algunos de los corredores no tienen la suerte completamente de su lado y deben superar inconvenientes físicos, pero también extra deportivos, capaces de tumbar o disminuir al más fuerte de los atletas.

Tal es el caso del español Alberto Contador, quien enfrentó diversos problemas a lo largo de su periplo profesional, comenzando por el cavernoma que lo puso en jaque durante la Vuelta a Asturias 2004, cuando cayó al suelo sumido en convulsiones. Afortunadamente, volvió en 2005 con una temprana diana en el Tour Down Under.

Una vez recuperado, su nombre apareció en el sumario de la denominada “Operación Puerto” en 2006, por lo que se vio impedido de participar en la Grande Bouclé. No vale la pena explayarse sobre la tristemente célebre redada, pero sí mencionar que el médico Eufemiano Fuentes, centro de la misma, dijo que ni conocía en persona a Alberto Contador, ni le había entregado productos.

Al año siguiente, debió madurar de golpe y hacerse cargo del Discovery, adjudicándose la victoria en la Grande Boucle con apenas 24 años, en medio de un escándalo por el caso Rasmussen y las interminables sospechas de siempre en torno a quien tiene el honor/desgracia de portar el maillot jaune.

Su mala racha siguió en 2008, cuando se vio imposibilitado de defender la corona por haber firmado para Astana, conjunto vetado para dicha edición por culpa de Vinokourov y su dopaje de un año antes. Nuestro héroe se rehízo y acudió de urgencia al Giro, donde se impuso con justicia, repitiendo la gesta unos meses más tarde en la Vuelta para convertirse en el primer corredor de España en vencer las tres grandes.

Sin embargo, la calma nunca duró para Alberto, que debió transitar otra compleja temporada (2009) en Astana, esta vez con palos en la rueda por parte de Armstrong y Bruyneel, a los que pudo callar sobre la bici con el título del Tour. En esos tiempos, el pinteño aseveró que tuvo que comprarse unas ruedas para la disputa del prólogo, ya que su escuadra no le daba material apropiado como parte de la batalla psicológica impulsada por el texano.

Si el madrileño pensaba que lo peor había pasado con la salida de Armstrong y compañía, estaba muy equivocado, porque fue entonces que saltó su positivo por clembuterol, con un extenso caso (durante el que siguió compitiendo y ganando) que terminó por encontrarlo culpable, dejándolo sin importantes victorias obtenidas como el Tour 2010 y el Giro 2011.

Luego de eso volvió con su versión más humana en la heroica obtención de la Vuelta 2012 en Fuente Dé, pero padeció el 2013 con los ojos del mundo puestos en él, otrora rey, ahora superado por Froome, Quintana y el resto de los miembros de la nueva guardia.

Tras recuperar sus “viejas buenas” sensaciones en 2014, todavía le quedaba un mal trago pendiente en la brutal caída del Tour, que si bien superó con el cuento de hadas vivido en la Vuelta, lo obligó exprimirse en todo sentido, porque no es sencillo rehabilitarse de una fractura corriendo al máximo nivel de exigencia y con suceso.

El más reciente capítulo de la parte desgraciada de su historia está en pleno proceso. El volátil carácter de Oleg Tinkov, dueño del Tinkoff Saxo, desencadenó la salida (por ahora provisoria) de Bjarne Riis. El español tiene una buena relación con su mánager, pero además, cualquier tipo de cortocircuito con las repercusiones mediáticas del caso, nunca hará bien a nadie.

Vale la pena recordar también que Tinkov se la pasó todo el año 2013 lanzando dardos a Contador en las redes sociales, achacándole malos rendimientos, altos salarios y falta de ambición, aunque eso parece haber quedado en el pasado.

Como se puede apreciar, y pese a que muchos puedan opinar lo contrario debido al enorme palmarés del corredor, no ha sido un camino de rosas la carrera profesional de Contador, un atleta castigado que supo sobreponerse a la adversidad recurrentemente.

No en vano el madrileño ya piensa en el adiós. Los golpes pasan factura y Alberto los ha recibido en cantidades ingentes, algo que no le ha impedido brillar pero que seguramente lo mermó, privándonos de ver su versión más agraciada con la regularidad que él hubiera querido.

Por lo pronto, debe hacer la vista gorda una vez más mientras Tinkov y Riis se sacan los ojos, pensando en el difícil doblete que le espera en mayo y julio. Para ello, apelará a su capacidad excepcional de superación y sufrimiento, esa que exprimió hasta el hartazgo y que ya empieza a agotarse, alimentando los deseos de retiro.

Pablo Martín Palermo

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