Mitchelton-Scott cierra el círculo
Por @pmpalermo
Ocho años pasaron desde que nació la idea que hoy se denomina Mitchelton-Scott. Fue en 2010, cuando el empresario australiano Gerry Ryan presenció in situ una etapa del Tour de France y se preguntó por qué no había un conjunto de su patria presente.
Para resumir lo que vino luego, aportó los millones necesarios para la creación de una estructura World Tour aussie que, en 2012, saltó al pelotón internacional como Orica GreenEDGE.
Un poco por cuidar las apariencias en años tumultuosos, y otro tanto por el costo de las contrataciones, la plantilla inicial del equipo estuvo compuesta por sprinters y contrarrelojistas. Quizás sin ir tan al extremo en sus declaraciones -como lo hacía lo que hoy es el Sunweb (negados a apostar por vueltómanos para evitar el dopaje)- los flamantes “canguros” echaron a rodar.
Siempre con la idea de evolucionar, fueron añadiendo grimpeurs a la plantilla. Eso sí, gente joven y casi sin palmarés, como eran en 2014, Esteban Chaves y los hermanos Yates. En el caso de los británicos, un auténtico robo puesto que el Sky andaba tras sus pasos.
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Ese primer curso con gente para la general dejó algunos destellos de lo que vendría. Especialmente de parte de Adam en varias vueltas de una semana, y el “Chavito”, con sendos parciales en California y Suiza.
Una campaña más tarde, con los gemelos aún desarrollándose paulatinamente, fue el bogotano quien dio un paso al frente. Sucedió en la recordada Vuelta que lideró desde el segundo parcial, sumando dos dianas y finalizando 5° en la tabla principal. Preámbulo del 2016 mágico que vendría.
Podio en Giro y Vuelta y coronación en Lombardía. Con semejantes lauros, el escarabajo sacó ventaja en la puja interna por los galones antes sus compañeros ingleses, incluso con el 4° lugar de Adam en el Tour de ese curso.
En lo que a los hermanos de Bury refiere, el 2016 los vio subir otro peldaño en su progresión, aunque por detrás del sonriente sudamericano. Ambos ocuparon el top 10 en las Grandes que hicieron. Y Simon comenzó a forjarse fama de corredor ofensivo merced a sus prestaciones en citas de un día o una semana.
2017 no fue distinto, con el tridente del bloque australiano en la decena de avanzada de Giro y Tour gracias a los británicos. Chaves, con diversos problemas físicos, fue 11° en la Vuelta tras conocer la Grande Boucle, pero sin brillar como antaño.
Por primera vez, Simon fue el mejor del trío en la general de una Grande. Su 7° puesto en el Tour -sufriendo en la tercera semana- más la participación (y primer doblete) en la Vuelta, sentó las bases de lo que estaba por venir. Pero antes, hay que hacerle justicia, porque en los meses previos, corrió sin guardarse nada en París Niza, País Vasco, Romandía y cantidad de citas de un día, alzando los brazos en reiteradas ocasiones.
Así llegaron a 2018. El año de la consagración. Y no porque haya acabado con la camiseta roja en su poder, sino por el nivel exhibido en el Giro, contra rivales de enorme entidad que casi no podían seguirle la rueda cuesta arriba. El resto de esa prueba es historia, y de la triste para él, aunque valió la pena.
Es que trasladó unas piernas similares a España, donde tampoco privó al público de espectáculo. Atacando de inicio a fin, el británico concretó lo que el Mitchelton soñaba desde hacía años. Y en realidad, cuatro temporadas se antojan pocas para completar semejante proceso.
La conquista cayó justo en el peor año global para los de las Antípodas. Con Chaves desaparecido por enfermedades varias, y con Adam lejos de su nivel en el Tour, posiblemente afectado por las secuelas de su fractura de pelvis en la Volta.
Simon no sólo salvó el año, que pintaba con ser el primero sin un “Orica” entre los top de una de las Grandes. Sino que lo hizo de la mejor manera, cerrando el círculo de un proceso soñado hace ocho años por Gerry Ryan, en una tribuna del Tour.
¿Qué sigue ahora para los australianos? Más de lo mismo. Junto con la salida de Caleb Ewan, comentaron que dejarían los sprints de lado por un tiempo, volcándose de lleno a las generales con sus tres capos.
Para ello, comenzaron a fortalecer el bloque escalador, que igualmente se resintió con las bajas de Verona y Kreuziger. Será fundamental lo que aporten Haig, Nieve, Howson, Juul-Jensen, Power, Bookwalter o los jovencitos en desarrollo, Hamilton y Scotson.
Es que, si bien Simon se coronó casi sin gregarios escaladores top, la situación no se repetiría fácilmente. Al menos no en Giro y Tour, pruebas a las que los equipos dan una importancia mayor y no acuden con las reservas.
Mitchelton-Scott cerró un capítulo. El más importante de su historia. Pero con el mismo, inició otro, el de sostenerse en lo más alto. Y empezó ayer mismo, en el podio de Madrid.
Pablo Martín Palermo
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Como deben extrañar a un australiano ganador en sus filas hoy como un Cadel Evans, sería la guinda de la torta. Veo difícil para el futuro próximo vuelvan a repetir el exitoso 2018, debido a que los hermanos Yates ya no correrán las GV bajo los radares de equipos como Sky, además, que deben mejorar considerablemente las etapas CRI, en desmedro físico de sus virtudes escaladoras.
de acuerdo, me gusta mucho este equipo: porque son australianos, porque se ve el proceso llevado año tras año y con esfuerzo, porque no aparecieron y ganaron al año siguiente como sospechosamente lo han hecho otros equipos, porque está el chavito ahí (ojalá lo tengamos de vuelta a gran nivel en el 2019) y porque tienen el mejor cubrimiento post etapas con su “back stage pass”, muy divertido.
Este equipo debería proyectar una estrategia con los tres líderes, incluyendo a Chaves, para repartir opciones en las tres grandes y en carreras de primer orden, de semana o monumentos, toda vez que tienen con que … y no desperdiciar energías y posibilidades como lo viene haciendo Movistar …