Sicard recibe el beneficio de la duda

Por @pmpalermo

Cada año y en la previa de la carrera elite, se disputa el Campeonato Mundial sub23 que sirve de antesala a los mayores y en el que las futuras estrellas se dejan ver, ganándose muchas de ellas sus contratos como profesional.

Romain Sicard es un claro ejemplo de esa situación, ya que tras arrasar el calendario durante 2009 en las filas del Orbea Continental, se vistió con el Arco Iris en Mendrisio y posteriormente se convirtió en el segundo corredor no vasco en vestir los colores del Euskaltel.

Hasta allí todo fue un cuento de hadas ya que, además de cumplir con el guión estipulado y común a los campeones mundiales, la historia del vasco-francés era épica, venciendo la Subida al Naranco, una etapa en Ronde de l ´Isard y otra en el Tour del Porvenir que ganó, siempre con sus características zapatillas gastadas y una regularidad impresionante.

Sicard se transformó en una celebridad en el ambiente, puesto que su victoria en el duro circuito suizo significó además un récord al convertirse en el segundo ciclista en la historia en imponerse un mismo año en el Porvenir y la cita arcobalena reservada para menores (hasta 1995 Amateurs), luego de que Régis Ovion hiciera lo propio en 1971.

Buen rodador debido a su pasado en la pista, donde incluso se coronó campeón nacional de Scracht, y al hecho de entrenar casi siempre solo por la escasez de pedalistas profesionales en Iparralde, la trayectoria del novel pedalista estaba encaminada al éxito.

Pero el salto a profesionales nunca es fácil y como sucedió con tantos otros jóvenes de promisorio futuro, el ahora miembro de Europcar, nunca terminó de confirmarse, aunque en su defensa es justo recordar que una seria lesión lo lastró casi dos años.

En cuatro temporadas al máximo nivel con el conjunto naranja apenas entregó destellos de su calidad, destacando sobre todo en 2010 con un 10° puesto en Bayern-Rundfahrt y el 11° en el Critérium du Dauphiné donde además fue segundo en un parcial.

Afortunadamente, y tras empezar de cero una vez superada su dolencia, llegó a ser quinto en la etapa de la Bola del Mundo en la Vuelta 2012 y en este 2013 amagó con levantar cabeza e incluso acabó 12° en el Eneco Tour tras haber disputado su primera Grande Bouclé.

Lo concreto es que nuestro protagonista se encuentra a los 25 años en la encrucijada de su trayectoria ya que la nueva oportunidad recibida gracias a Jean-René Bernardeau marcará si realmente se trata de un atleta diferente que tuvo mala fortuna o si se une al grupo de fallidos ex campeones mundiales sub23 encabezado por Giuliano Figueras, Evgeny Petrov, Sergey Lagutin, Dmitry Grabovskiy o Leonardo Giordani.

El fichaje por el equipo de Voeckler es sólo el primer paso en el camino de la recuperación definitiva del francés, quién intentará reencontrar la confianza y el golpe de pedal tan característico que lo llevó a la cima hace casi un lustro y lo marcó como una de las nuevas estrellas del pelotón.

Mientras tanto, algo es seguro: el de Hasparren maduró a la fuerza y sabe que debe mejorar, ya no sólo para enderezar su racha negativa y retomar la senda de sus años mozos, sino para mantener su empleo y salvaguardar una plaza dentro de un equipo de nivel que le permita seguir compitiendo, algo que se tornó por demás difícil con la crisis reinante.

Por eso, 2014 se presenta como la última chance de redención de este talento que ojalá encuentre en una formación de su país la senda victoriosa que supo transitar con tanta holgura para reeditarla en el corto plazo y olvidar de una vez, y para siempre, las penurias vividas.

Pablo Martín Palermo