Valverde y los adoquines, un romance posible - Ciclismo Internacional

Valverde y los adoquines, un romance posible

Por @pmpalermo

Que Alejandro Valverde es un fuera de serie ya no es novedad y hasta cansa escucharlo, pero no por ello es menos cierto, ya que se trata de un ciclista capaz de ganar en casi todas las competencias del mundo a excepción de las clásicas del norte.

¿Veremos más seguido a Valverde con esta vestimenta?
¿Veremos más seguido a Valverde con esta vestimenta?

O por lo menos eso parecía hasta que el murciano las probó con éxito en la disputa de la reciente Dwars door Vlaanderen, carrera que abrió oficialmente la temporada de clásicas flamencas y a las que el de Movistar acudió buscando entrenarse para la tan comentada etapa del próximo Tour de Francia en la que las piedras aguardan ávidas de sangre a los livianos escaladores.

Se quedarán esperando en este caso entonces, porque Valverde no sólo superó su estreno en las maltrechas carreteras belgas sino que incluso se jugó la carrera como si de un flandrien más se tratara, ingresando a los muros en cabeza y rodando por los bordes con una pericia que sólo la experiencia o, en este caso la clase, pueden dar.

Así las cosas, el murciano parece tener un panorama favorable de cara al quinto parcial de la ronda gala, pero tras lo visto camino de Waregem, se plantea la duda: ¿y si el pupilo de Unzué centrara su atención realmente y con ambiciones en este tipo de clásicas?.

Lo que hasta hace unos días sonaba a broma ahora parece potable y si bien no se trata de que el español se gane el sueldo en la inhumana París Roubaix, bien podría alimentar su palmarés con eventos como el de su estreno, abundantes en Bélgica y que harían todavía más grade la figura de este corredor para el que nada parece imposible.

Sin desmerecer a nadie ni mucho menos a Niki Terpstra, el de Omega ganó en A Través de Flandes por pericia, por equipo y porque nació entre los adoquines, mientras que Valverde se quedó a 2000 metros de la hazaña en su debut absoluto en estas lides tras más de una década como profesional.

Está claro que cada oficio tiene sus secretos, pero ya no es ilógico entonces que de aquí a un tiempo y con Nairo Quintana tomando el relevo para las grandes vueltas, el Bala abra su abanico competitivo y saboree el placer de medirse a los mejores especialistas, en Monumentos como el Tour de Flandes.

Su motor no tiene casi comparación, tampoco su categoría y así lo evidenció saltando a rueda de Boonen en el Taaienberg, encabezando las acciones en el Eikemberg o colaborando activamente con el experimentado Devolder en la infructuosa cacería de Terpstra.

Lo concreto es que se rompió un mito, una creencia española que había comenzado a caer con Freire y Flecha y que se derrumbó del todo cuando un vueltómano de primera línea como nuestro protagonista terminó disputando en el pavé belga ante los atónitos ojos de la afición mundial, que aprendió una lección más de parte de uno de los referentes de este deporte.

En breve tendrá otra aproximación cuando tome la salida en E3 Harelbeke, difícil carrera en la que bien podría confirmar este romance naciente con los centenarios adoquines, una relación otrora impensada y con final feliz si suma otros capítulos y el de Las Lumbreras se empapa un poco más en el ambiente mágico que se respira en la zona.

Pablo Martín Palermo
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